La integración del arte en la arquitectura ha sido una práctica común durante siglos. Es una poderosa manera de crear espacios que transmiten la identidad y los valores de las personas y comunidades que los habitan y utilizan. Esculturas, murales, mosaicos, vidrieras, etc. pasan a formar parte de la estructura arquitectónica y nos sumen en una experiencia visual y sensorial única.

El trabajo de integrar el arte en la arquitectura requiere de una estrecha colaboración entre artistas, arquitectos y contratistas. Antes de comenzar un proyecto, es importante definir los objetivos y el alcance del mismo. También es necesario considerar el impacto del clima y las condiciones ambientales en la obra de arte y en la estructura arquitectónica, así como la seguridad y la accesibilidad para las personas con diversidad funcional.

La inclusión del arte en la arquitectura también puede tener un efecto positivo en quienes la transitan. El arte fomenta la creatividad y la imaginación, y algunos estudios demuestran que reduce el estrés y mejora el estado de ánimo. En todo caso, es indudable que su presencia en los edificios enriquece los espacios, rompe la monotonía de las paredes y proyecta las conciencias a mundos inexplorados.

Por Manuel Ginés, arquitecto sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic