La conocida como neuroarquitectura consiste en el recurso a efectos psicológicos para modificar la percepción de un espacio en arquitectura y mejorar así la experiencia del usuario. Así, aunque no nos sea dado transformar físicamente dicho espacio, aún podremos influir, mediante técnicas de neuroarquitectura, en la percepción que sus usuarios tienen de él. Veamos algunos ejemplos de estas técnicas:
— Empequeñecer o agrandar: los colores oscuros y cálidos tienden a hacer que un espacio se perciba como si fuera más pequeño y acogedor, especialmente cuando se complementa con líneas curvas y elementos que fragmenten las paredes o el techo. En contraste, los tonos fríos y claros dan una sensación de amplitud, aunque el espacio parezca así menos acogedor o incluso, si se usan en exceso, nos desorienten. Estrategias como el uso de espejos o la entrada de luz natural también contribuyen a agrandar visualmente el espacio.
— Acortar o prolongar: el fondo cálido de un espacio tiende a acercarlo perceptualmente, mientras que los fondos fríos lo alejan. Los muros con salientes o franjas gruesas acortan visualmente el espacio, mientras que las franjas delgadas lo prolongan. En cuanto al suelo, un patrón de despiece transversal acorta la estancia, mientras que uno longitudinal hace que parezca más larga. Los lucernarios que atraviesan el espacio también influyen significativamente en la percepción de la longitud.
— Techo bajo o alto: techos más oscuros que las paredes tienden a «bajar» y comprimen el espacio, al igual que aquellos con entramados o texturas visuales. Por el contrario, techos de tonos claros y fríos dan una sensación de mayor altura, similar al cielo abierto. La aplicación de motivos verticales en las paredes hace que, según sea el diseño, los techos parezcan más altos o más bajos.
— Simetría y asimetría: los espacios simétricos y ordenados parecen más funcionales y tranquilos y facilitan la concentración. Por el contrario, los diseños asimétricos y desordenados pueden utilizarse para generar dinamismo y estimular emocionalmente a sus usuarios.
Como vemos, la neuroarquitectura modifica la percepción del espacio y, por tanto, la experiencia de la arquitectura por parte de quienes la habitan. La comprensión y aplicación de estos principios sirve para optimizar el diseño y facilitar la funcionalidad de cualquier espacio.
Por Miquel Solís, arquitecto sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic