Cuando los huéspedes, los viajeros y turistas, o las familias, cruzan las puertas de un hotel o resort temático —a veces basta con que vean la fachada—, son conscientes de que han traspasado la frontera de lo cotidiano, de que han superado el límite de lo convencional. Se encuentran de pronto con algo más que comodidad, algo más que un buen servicio, algo más que un espacio donde pasar la noche, comer y disfrutar del tiempo libre. Ese «algo más» trasciende lo meramente decorativo o funcional y supone un verdadero desafío. Precisamente, los equipos de diseño, arquitectura y construcción de Amusement Logic, con el acervo de experiencia adquirido a lo largo de años, y durante el desarrollo y la ejecución de numerosos proyectos de tematización, se enfrentan constantemente a dicho desafío.
Efectivamente, la tematización extensiva y exhaustiva de hoteles y resorts va más allá de los oficios de la arquitectura convencional. El objetivo ahora es la creación de universos paralelos y no tanto de espacios prácticos. Estos deben más bien sumergir a los huéspedes, con su caracterización profunda, en la experiencia multisensorial de otro mundo. Al fin y al cabo, su función vira ahora hacia la creación de emociones, hacia la materialización de historias vivientes; ahora, cada detalle es capítulo de una narrativa fascinante… En resumen, el objetivo es en este momento producir recuerdos imborrables.
En realidad, con todo ello no hacemos sino responder a esa tendencia insoslayable —y demanda real— que lleva a los complejos hoteleros a girar alrededor de la experiencia del huésped, del usuario, del visitante, de las familias… Dicha tendencia la hemos visto, de hecho, en múltiples proyectos que añaden el apellido «experiencia» a su definición, como es el caso del restaurante-experiencia, del café-experiencia… Como decimos, también de los hoteles-experiencia o los resorts-experiencia. Ante este hecho, la tematización en hostelería se ha convertido en una inversión estratégica que diferencia a los establecimientos en el mercado global.
Porque, tengámoslo claro, los hoteles de carácter temático realizados de forma correcta nacen con un valor de marca que los posiciona ventajosamente en el mercado y se sitúan, tras abrir sus puertas, instantáneamente, como destinos en sí mismos. Esto se traduce en mayores tasas de ocupación, estancias prolongadas y, lo que es tan importante, una fidelización del cliente. Los huéspedes no solo recuerdan su estancia, sino que sienten la necesidad de compartirla en redes sociales. Se convierten así, sin proponérselo, en embajadores espontáneos del hotel o resort.
La clave reside en la coherencia narrativa, en la verificación de que cada elemento —los espacios, la iluminación, la paleta cromática, los materiales, los diseños… en ocasiones hasta el uniforme del personal— contribuya a contar una única historia. Y para ello es necesario un nivel de detalle según el cual, hasta los elementos menos conspicuos alcancen, a través de retinas y oídos, por medio de la yema de los dedos y hasta del olfato, los corazones de los huéspedes, de los turistas y de las familias. Así, una estancia ordinaria se transforma en una aventura extraordinaria. Se trata al fin y al cabo del futuro de la hostelería, que habla el lenguaje de la imaginación.