Las atracciones acuáticas suponen un valor añadido estratégico en hoteles y resorts, campings, centros comerciales y otras instalaciones para el ocio y el turismo. A menudo completan como destinos de vacaciones a estos lugares, y sirven para atraer y fidelizar a los visitantes, huéspedes y turistas. Son la atracción perfecta, porque atraen a las familias con niños, y porque fomentan las actividades acuáticas cuando el clima lo exige. Mientras tanto, el resto de familiares encuentran momentos de descanso y desconexión.
Desde el punto de vista del público familiar, la variedad de atracciones, tales como piscinas, toboganes, ríos lentos, Splash Pads, Waterparty, etc, garantiza diversión para todas las edades y perfiles del viajero. Desde la perspectiva del operador de la instalación, las atracciones acuáticas aumentan las reservas y permiten aplicar tarifas más competitivas. En definitiva, cuando encuentran un entretenimiento de calidad, los huéspedes, viajeros y turistas tienden a prolongar sus estancias y, con ello, mejoran los indicadores de ocupación y rentabilidad.
Por otro lado, una atracción acuática en un hotel o un resort, en un camping, en un centro comercial y en otros establecimientos de ocio y turismo, es un claro factor que los diferencia en el mercado competitivo. Las fotografías de estas instalaciones se difunden frecuentemente en las redes sociales, de forma que actúan como reclamos publicitarios pasivos. Al mismo tiempo, las experiencias positivas se traducen en reseñas favorables que refuerzan la reputación del establecimiento.
Pero además, las atracciones acuáticas responden a la demanda de experiencias de los viajeros y los turistas durante sus vacaciones. Se trata de una inversión en imagen de marca y en satisfacción de las familias, del cliente y de los huéspedes que rinde frutos a corto, medio y largo plazo, y los convierte de visitantes ocasionales en huéspedes recurrentes.
Por Ángel Ibáñez Pérez, ingeniero MEP sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic
